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domingo, 15 de marzo de 2020

CUANDO PARECÍA QUE TODO IBA BIEN...


Cuando parecía que todo iba bien, un Ángel, bajado del Cielo, anunció a María que Dios la había elegido para ser Madre del Mesías. No temas, porque has hallado gracia delante de Dios

Cuando parecía que todo iba bien, apareció un edicto que obligaba a empadronarse, poniendo a José y a María rumbo de Belén. Y se cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su Hijo Primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el albergue.

Cuando parecía que todo iba bien María, con José y el Niño, tuvieron que huir a Egipto porque Herodes va a buscar al Niño para matarlo. Y estuvo allá hasta la muerte de Herodes.

Cuando parecía que todo iba bien Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres lo advirtieran. Creyendo que estaría en la caravana, y tras hacer un día de camino, lo buscaron entre los parientes y conocidos. Pero, al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.

Cuando parecía que todo iba bien, y Jesús entraba en Jerusalén triunfante y aclamado, llegó la Cruz. Llegó la hora de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor. Injusta. Por amor a ti. Por amor a mí. Para dar pleno cumplimiento a la voluntad del Padre.

Cuando parecía que todo iba bien, en medio del camino de la Cuaresma, hemos aparecido de repente en el desierto del confinamiento, de tener que quedarnos dentro de casa. En este camino no estamos solos. Nos acompaña María. ¿Quién mejor para enseñarnos a superar el sufrimiento? ¿Quién mejor para acercarnos a Jesús? Por eso, aunque desde casa, caminamos juntos, en comunión parroquial y diocesana, y en oración, de la mano de María, nuestra Madre. Se nos invita a unirnos en el rezo del Santo Rosario. A las ocho de la tarde. Todos juntos. Porque juntos vamos a ganar esta batalla. Porque juntos vamos a ser capaces de superar esta situación. Porque juntos seremos la luz de esperanza que nos pide nuestro tiempo. Y…

Porque juntos… ¡siempre es mejor!

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