Y lo hacemos ante la Cruz en la que ha dado su vida. Por amor a ti. Por amor a mí. Por nuestros pecados.
Y lo hacemos adorando la Cruz. Reconociéndolo y adorándolo nuestra cruz de cada día.
Y lo hacemos, igualmente, acompañando a María, nuestra Patrona, nuestra Madre por deseo del propio Jesús. La acompañamos en su dolor de verse despojada de su Hijo. La acompañamos en su soledad, tras la muerte de Jesús por nuestros pecados.
Mirad el árbol de la Cruz donde estuvo clavada la salvación del mundo ¡venid a adorarlo!
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